La rueda de la fortuna

Emprender siempre me ha parecido como subirse a una rueda de la fortuna en una feria. Al principio, todo se ve emocionante y lleno de posibilidades. Te subes con la expectativa de que vas a llegar a la cima, que vas a tener esa vista panorámica donde todo parece posible, y el mundo está a tus pies. Pero, al igual que en la rueda de la fortuna, hay momentos en que te encuentras en lo más alto, disfrutando del éxito, y otros en que te ves en la parte más baja, cuestionándote si tomaste la decisión correcta al subir.

He aprendido que emprender requiere estar preparado mentalmente para esos altibajos. No siempre es fácil, pero es crucial aceptar que habrá días en los que seremos ganadores, esos momentos en que todo parece encajar perfectamente y las recompensas de nuestro trabajo duro son evidentes. Sin embargo, también habrá momentos en que nos sentiremos como perdedores, cuando las cosas no salgan como planeamos, cuando los fracasos y los contratiempos se acumulen.

Lo importante es no dejarse vencer por esos momentos bajos. La clave está en mantener la resiliencia, en entender que cada vuelta de la rueda nos ofrece una nueva perspectiva y oportunidad para aprender y crecer. Es esencial recordar que cada fracaso es solo una lección disfrazada, una preparación para el próximo ascenso.

Así que, si eres como yo, un emprendedor terco, recuerda siempre abrocharte el cinturón y estar listo para el viaje. Porque, al final del día, lo que importa no es solo llegar a la cima, sino disfrutar y aprender de cada giro del camino.

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